Son nuestro reflejo
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El mundo necesita que seamos mejores personas en esta vida |
“En
un pueblo muy lejano vivía Gisell, una niña de cinco años, su hermanito Daniel
de once años con su papá y mamá, ¡ah! y Copito el gatito jugueton y Luky el
perro camaleón que eran las mascotas de la familia. Eran una familia muy linda,
papá trabajaba en una finca, mamá se encargaba de los cuidados del hogar
mientras que Daniel y Giell estudiaban muy juiciosos en la escuela, eran niños
muy obedientes y amaban a papá y mamá”. Así empieza una de los cuentos más
leídos en internet. Solo en los cuentos puede ser tan maravillosa y hermosa la vida
dentro el núcleo familiar, sin golpes, sin malos tratos, sin renegar, sin
lágrimas, sin enfermedad, etc. Lamentablemente la realidad es otra.
Ahora
sugiero al lector que utilice su imaginación y se ponga en el lugar de una niña
de once años, que se da cuenta que el amor entre sus padres término, ocasionando
el incremento de las peleas y, tano mamá como papá buscan agredirse con todo lo
que tengan a mano.
Después
de unos días empiezan las interrogaciones a la menor por parte de su madre: “a
quién quieres más ¿a papá o a mamá? Tu padre no te quiere ¿no ves que no me da
dinero? Ningún menor debería escuchar frases como estas, ya que es una
experiencia muy estresante para los hijos que pueden tener consecuencias a corto,
medio o largo plazo y que además generan problemas físicos, emocionales,
escolares y sociales.
Y
así, es como el sufrimiento de la menor se hace visible. Los síntomas de la
manipulación van desde: encerrarse en el cuarto, no comunicarse con la familia,
tener ira, hasta mentir habitualmente, tener sentimientos de culpa y abandono,
rechazo, impotencia, indefensión, ansiedad, depresión o bajo rendimiento
escolar.
Pero
esto no acaba ahí…
“Mamá,
no queremos verte”. “Papá, déjanos en paz y desaparece de nuestras vidas”. Son
frases que escuchan algunos padres de boca de sus hijos después de un divorcio
o separación conflictivos. Sin saber la razón, muchos padres y madres ven como
el fuerte vínculo que les unía a sus hijos va desapareciendo hasta llegar, en
los casos más graves, a la ruptura total.
En
1985 Richard Gardner psiquiatra norteamericano, diagnostico por primera vez el
síndrome de la alienación parental (SAP), que se puede definir como “un
trastorno que se produce cuando un padre transforma la conciencia de sus hijos,
mediante distintas estrategias, con objeto de impedir, obstaculizar o destruir
sus vínculos con el otro progenitor”, según explica el psicólogo José Manuel
Aguilar, autor del primer libro publicado en España sobre este problema
(Editorial Almazana, 2004).
Siempre
hemos pensamos que no hay receta para ser padres y, creo que estábamos equivocados,
nuestros hijos son reflejo de lo bueno o malo de nosotros, y eso, nos provoca
una serie de enfrentamientos con ellos, porque nos enfrentamos a nuestra propia
sobra. Un hijo trae a flote nuestros peores defectos cuando se tira en el piso
porque quiere unas galletas, y tú, tienes ganas de gritar, golpear, salir
corriendo, te sientes agresivo, impaciente y autoritario. Pero te das cuenta
del amor que le tienes y con ese amor lo educas. Aprendes a respirar profundo,
agacharte, extenderle la mano a tu hijo y entender la situación a través de sus
pequeños ojitos.
Un
hijo te hace ser una persona más prudente, Nunca más vas a volver a conducir
sin cinturón, manejar de forma arriesgada, o beber y conducir, por el simple
hecho de que no puedes morir (no tan temprano) ¿Quién criaría y amaría a tus
hijos de la misma forma en tu ausencia? Un hijo te hace querer más que nunca
estar vivo… Pero si aun así no crees que estos motivos valen la pena seguir con
tu familia, que sea, por ese encanto indescifrable que los hijos tienen… Es
incomparable sentir el olor de sus cabellos siempre perfumados y, tener el
placer de sentir sus pequeños bracitos alrededor de tu cuello, para escuchar tu
nombre (ahora mamá o papá) con esa vocecita chillona.
Es
indescriptible recibir esa sonrisa y abrazo apretado cuando llegas a casa o
cuando sales al trabajo, y sentir que eres la persona más importante del mundo
entero para ese pequeño ser. Con el paso del tiempo ves en ellos tu misma
sonrisa y el caminar de su papá, y entiendes la importancia de tener una parte
suya suelta por el mundo. Es increíble como re-aprendes la delicia de un baño
con espuma, de un chorro de agua en el calor, de correr con el perro, de comer con
las manos sin limpiar. Creemos, que muy poco nos enseñaran porque precisamente
tienes mucho que aprender, porque el mundo necesita que seamos mejores personas
en esta vida.
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