Narrativas de la democracia
Por: George Komadina Rimassa
La democracia es un significante que se desplaza constantemente de un lugar a otro. Las luchas políticas contemporáneas, en Bolivia como en otras partes del mundo, son en el fondo batallas para definir el sentido de esa palabra tan compleja y plástica que incluso puede ser el comodín discursivo que legitima a las “democracias autoritarias” (Rusia, Turquía, Polonia, Venezuela son algunos ejemplos). La democracia no es una configuración estatal acabada, un modelo a imitar en el cual las doctrinas corresponden a las instituciones y a las prácticas sino un proceso permanente de construcción de sentido a través de múltiples narrativas elaboradas para resolver los problemas que ella misma se plantea. Es un flujo antes que un cristal porque están ancladas en experiencias históricas concretas. Frecuentemente, se confunde la “crisis” de la democracia (sus promesas incumplidas, sus traiciones y limitaciones) con la oscilación permanente de sus relatos e imaginarios, provocando una incertidumbre que paradójicamente constituye su singularidad.
El proceso de cambio es en gran medida una transformación del lenguaje político, un giro discursivo que disolvió el relato de la “democracia pactada” elaborada durante el ciclo neoliberal y cuyas principales tramas eran la gobernabilidad, la modernización del Estado y la territorialización de la política. Esta narrativa fue sustituida por otro plexo semántico cuyas palabras mágicas son harto conocidas: democracia intercultural, plurinacionalidad, descolonización y gobierno de los movimientos sociales. Estas palabras e imágenes han perdido su magia y se han vuelto borrosas y vacilantes. El referéndum constitucional del 21F de 2016 y el fallo de Tribunal Constitucional Plurinacional que habilita la repostulación del presidente Evo Morales, a pesar de la prohibición expresa e irrebatible de la propia Constitución, han liberado una trama discursiva que disputa con la anterior, su énfasis es el lugar que debe tener Estado de Derecho en la democracia boliviana, la independencia y e imparcialidad del tribunal constitucional y del organismo electoral. Estamos en un momento contencioso, un momento axial, cuya apuesta es el sentido de la idea democrática.
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